Hace mucho que no he deslizado mi pluma por aqui.El tiempo a pasado como un viento huracanado por mi vida .Ma´s quisiera continuar.... He perdido amigos entrañables de este blog tal vez ni me recuerden si aun estan esta casa maravillosa que es librodearenas.
Volveré.......
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El romance de la felicidad
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Felicidad: yo te he encontrado
más de una vez en mi camino;
pero al tender hacia ti el ruego
de mis dos manos... has huido,
dejando en ellas, solamente,
cual una dádiva, cautivo
algún mechón de tus cabellos
o algún jirón de tus vestidos...
Tanto mejor fuera no haberte
hallado nunca en mi camino.
Por ser tu dueño, siento a veces
que no soy dueño de mí mismo...
Toda esperanza es un engaño;
todo deseo es un martirio...
Felicidad: te vi de cerca;
pero no pude hablar contigo.
Ya voy sintiéndome cansado...
Cuando en la orilla del camino
me siento a ver pasar a muchos
que hacia ti vayan cuál yo he ido,
tal vez te atraiga mi reposo,
mi displicente escepticismo,
mi resignada indiferencia,
mi corazón firme y tranquilo;
y, paso a paso, a mí te acerques,
sin que yo llegue a percibirlo,
y, al fin, sentándote a mi lado,
hablarme empieces: -Buen amigo...
¿Será mejor el no buscarte?
¿Será mejor el ser altivo
en la desgracia y no sentirse
juguete vil de tus caprichos?
Yo sólo sé que cuantas veces
con más afán te he perseguido,
más fácilmente, hacia más lejos,
más desdeñosa, huir te he visto.
Yo sólo sé que cuantas veces
tornó perfil un sueño mío,
Felicidad, te vi de cerca,
pero no pude hablar contigo...
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TORERO VIEJO - FEDERICO GARIBAY ANAYA
Esto acabo pa’ los restos
le tengo miedo a tus veinte años,
a tu boca fresca
y a tu pelo negro.
Yo estoy bajando la cuesta,
y tú la vienes subiendo.
Yo que siempre toree
lo que salio del chiquero,
que me plantaba en la arena
igual que un árbol flamenco.
Que no dobla ante la lluvia,
ni ante los mas grandes vientos.
Y no me tembló la mano,
a mi no me tembló la mano
ante los toros mas fieros.
Aquí me tienes temblado
delante tus ojos negros,
que me han dado la corná más grande
de todos los tiempos.
Ayer te brinde ese toro
con el que me fui del ruedo,
y ese toro me lo dijo,
que ya estoy bastante viejo.
Que no tengo más que planta,
yo no tengo más que planta
y fama de gran torero.
¡No, no me interrumpas Rocío!
esto acabo pa’ los restos.
Es mucho más peligroso
torear a tus ojos negros.
Que cuando pasen los años,
si Dios me tiene despierto,
esos dos ojos bonitos
querrán seguir embistiendo.
Yo, yo no podré torear
y me comerán los celos
viendo que otros te miran
rondando tu talle nuevo.
Devolverte libertad,
devolverte libertad
es lo justo y lo sincero.
Veras como Dios te manda
un hombre joven y bueno,
y te acordaras de mi
para agradecerme esto.
Estos dos años contigo,
yo se que no tienen precio,
hombre mas feliz que yo
si lo busco, no lo encuentro.
Devolverte libertad
es lo justo y lo sincero.
Esta casa es la tuya,
soy yo quien se va del ruedo,
mañana pongo a tu nombre
lo poco ó mucho que tengo.
Yo, con un poco de sol
y con mi caballo viejo,
es suficiente y me sobra
pa’ ver los toros de lejos.
Te voy a tener presente
por las noches, cuando rezo,
reza tú también por mí,
que yo sin ti, yo sin ti estoy muerto.
Cuando yo cruce esa puerta,
cruz y raya pa’ los restos.
Tú estas como juez de plaza,
padre nuestro de los cielos,
ordena que me concedan
el mejor de los trofeos.
Que esta es la mejor faena,
esta es la mejor faena,
de mi vida de torero.
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COPLAS de Gabriela Mistral

Todo adquiere en mi boca
un sabor persistente de lágrimas;
el manjar cotidiano, la trova
y hasta la plegaria.
Yo no tengo otro oficio
después del callado de amarte,
que este oficio de lágrimas, duro,
que tú me dejaste.
¡Ojos apretados
de calientes lágrimas!,
¡boca atribulada y convulsa,
en que todo se me hace plegaria!
¡Tengo una vergüenza
de vivir de este modo cobarde!
¡Ni voy en tu busca
ni consigo tampoco olvidarte!
Un remordimiento me sangra
de mirar un cielo
que no ven tus ojos,
¡de palpar las rosas
que sustenta la cal de tus huesos!
¡Carne de miseria,
gajo vergonzante, muerto de fatiga,
que no baja a dormir a tu lado,
que se aprieta, trélmulo,
al impuro pezón de la Vida!
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AMOR DE MADRE (autor Miguel Camino)
Rumbo a la comisaría, al criminal lo llevaban,
las cadenas lo apretaban porque aún se resistía.
Toda la gente decía: “ ¡Este no tiene perdón!”
Por asesino y ladrón, hay que lincharlo!
Es un hombre sin alma y sin corazón!
La gente iba a lincharlo, por ladrón y sanguinario,
cuando llegó el comisario diciendo:
“Alto, no hay que tocarlo, la ley debe castigarlo
y no a mitad del camino!”
Señor es un cretino! Que muera la fiera humana!
gritaba la caravana, que rodeaba al asesino.
De pronto llega una anciano,
Padre de aquel homicida, gritando:
“Pronto, enseguida mátenlo, por inhumano!”
Y levantando las manos, mientras con odio aparta;
Por su crimen que me espanta!
Estas palabras dijo:
“No te conozco por hijo, que el primer rayo te parta!”
Detrás del padre llegaron dos hermanos
Y al momento sin pizca de sentimientos
al ladrón apostrofaron,
Después con furia golpearon el rostro del criminal:
por tu crimen y además por tus instintos malsanos,
ya no somos tus hermanos maldito aborto infernal!”
Por su padre despreciado, por sus hermanos maldito,
el ladrón avergonzado miraba hacia el infinito.
De pronto se oyo allí un grito, es alguien abriéndose paso,
con sentimiento no escaso, va hasta el comisario y dice:
“Ya que el mundo lo maldice, yo quiero darle u abrazo!”
Y el comisario le dice, deteniéndole a la fuerza,
“¿ No tiene usted vergüenza de abrazar a un sanguinario?
Su crimen patibulario, no tiene perdón de fijo”
Y la pobre anciana dijo:
“Pues yo te doy mi perdón, porque aunque asesino y ladrón,
Señor comisario…
Es mi hijo…! Es mi hijo…!
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Poema El Encuentrode Gabriela Mistral
Le he encontrado en el sendero.
No turbó su ensueño el agua
ni se abrieron más las rosas;
abrió el asombro mi alma.
¡Y una pobre mujer tiene
su cara llena de lágrimas!
Llevaba un canto ligero
en la boca descuidada,
y al mirarme se le ha vuelto
grave el canto que entonaba.
Miré la senda, la hallé
extraña y como soñada.
¡Y en el alba de diamante
tuve mi cara con lágrimas!
Siguió su marcha cantando
y se llevó mis miradas...
Detrás de él no fueron más
azules y altas las salvias.
¡No importa! Quedó en el aire
estremecida mi alma.
¡Y aunque ninguno me ha herido
tengo la cara con lágrimas!
Esta noche no ha velado
como yo junto a la lámpara;
como él ignora, no punza
su pecho de nardo mi ansia;
pero tal vez por su sueño
pase un olor de retamas,
¡porque una pobre mujer
tiene su cara con lágrimas!
Iba sola y no temía;
con hambre y sed no lloraba;
desde que lo vi cruzar,
mi Dios me vistió de llagas.
Mi madre en su lecho reza
por mí su oración confiada.
Pero ¡yo tal vez por siempre
tendré mi cara con lágrimas!
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Desafío a la vejez
Cuando yo llegue a vieja
-si es que llego-
y me mire al espejo
y me cuente las arrugas
como una delicada orografía
de distendida piel.
Cuando pueda contar las marcas
que han dejado las lágrimas
y las preocupaciones,
y ya mi cuerpo responda despacio
a mis deseos,
cuando vea mi vida envuelta
en venas azules,
en profundas ojeras,
y suelte blanca mi cabellera
para dormirme temprano
-como corresponde-
cuando vengan mis nietos
a sentarse sobre mis rodillas
enmohecidas por el paso de muchos inviernos,
sé que todavía mi corazón
estará -rebelde- tictaqueando
y las dudas y los anchos horizontes
también saludarán
mis mañanas.
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BAJO LA LLUVIA, de Juana de Ibarbourou
¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda
y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve.
Y voy, senda adelante,
con el alma ligera y la cara radiante.
Sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar
Un pájaro se baña
en una charca turbia. Mi presencia le extraña.
Se detiene... Me mira... Nos sentimos amigos...
¡Los dos amamos mucho cielos, campos y trigos!
Después es el asombro
de un labriego que pasa con su azada en el hombro.
Y la lluvia me cubre
de todas las fragancias que a los setos da Octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado,
como un maravilloso y estupendo tocado
de gotas cristalinas, de flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueños, la voluptuosidad
del placer infinito, dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo, en alma y carne, como un frescor de nieve.
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