Falsos patrocinadores
El lenguaje es un maravilloso sistema de comunicación, en ocasiones hermoso y bello cuando se apoya en la poesía o en determinadas prosas, nos hace imaginar, sufrir gozar, soñar… me resultaría difícil recrear un mundo sin la escritura y la lectura, sin el lenguaje de la palabra escrita o hablada. Pero como todo en la vida, hay intenciones que ensucian la cosas bellas, y el lenguaje no se escapa a esa contaminación traicionera. Todo esto viene a cuento de un anuncio de televisión, donde trabajan artistas al servicio de los creadores de necesidades inexistentes, no hace falta decir más.
Ese anuncio decía algo tan simple como “Xxxxxxxx, patrocinador de Nadal”. Uno a bote pronto piensa: ¡Oh qué bien, qué marca más buena, patrocina a Nadal!. Quien dice Nadal puede decir otros muchos deportistas, tan forrados como Nadal o más aún que él. Analicemos este vil juego de palabras: ¿Qué es un patrocinio? ¿De dónde viene esa palabra etimológicamente hablando? Pues bien, patrocinio viene de la palabra latina patrocinĭum y significa según la RAE: Amparo, protección, auxilio. En resumidas cuentas, uno patrocina a aquel o aquellos que necesitan amparo, protección o auxilio. Pero creo que precisamente el nº 2 del tenis mundial es la persona que menos amparo, protección y auxilio necesita, y como él muchísimos otros deportistas.
Si quieren de verdad ser patrocinadores que busquen equipos de fútbol, por ejemplo, de chavales de barrios que no tienen casi ni para botas deportivas, ni para viajar y jugar con el equipo del pueblo vecino. Chavales de los llamados en “peligro de exclusión” que sí necesitan amparo, protección y auxilio. Y para quienes el deporte es una magnífica puerta para la integración en la sociedad, además de otros muchos bienes educativos que podrían añadirse: compañerismo, sentido de identidad, trabajo en equipo, fomento del esfuerzo, salud, etc. A esas empresas patrocinadores sí les compraría sus productos muy a gusto, pero jamás a los que dicen “patrocinar” a los muchos millonarios “nadales” que se ganan la vida muy, pero que muy bien.
Habría que prohibir esa tergiversación del lenguaje y castigarla por ley, porque si las palabras perdieran su significado estaríamos condenados al caos. Esos supuestos patrocinadores deberían decir: “Empresa pagadora de millones por unir su imagen a la de Nadal”, y así vender mejor su, seguramente, inútil producto.
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3 comentarios - Escribe aquí tu comentario
Estoy de acuerdo con eso, no es moda ni ego, aprender lenguas es cosa magica, viajar es amar, ir y regresar de la muerta.... extraordinario, darle la gracias a ella por ser generosa y antigua, un beijo, Kiss, amour toujuors ciel!
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